Me fascinaba la grandeza de los proyectos, el tamaño imponente de la maquinaria, el entresijo de coordinar todo aquello…
En 2004 empecé a trabajar para una distribuidora de pavimentos de renombre en España. Eran los años del boom inmobiliario. El mercado estaba en ebullición y el número de transacciones era extraordinario. Aquello era una auténtica locura, se vendía todo.
Sin parar. Cada día. Todo el tiempo.
Yo vendía pavimentos de interior y de exterior. El primero no presentaba ninguna dificultad (era el líder del mercado), pero el segundo, debido a las carencias de calidad, resistencia y su dificultad de mantenimiento, no terminaba de cumplir las expectativas de los consumidores ...
El reto estaba en encontrar un material que pudiera estar a la intemperie, aguantando lluvia, humedad, calor…
Sin olvidar la estética y el confort
En aquella época, los productos que existían no estaban técnicamente bien desarrollados y eran un quebradero de cabeza. Unos años después algo cambió. Hubo un gran avance en I+D que se tradujo en una revolución en el mercado. Se incorporaron modelos nuevos, sistemas de instalación, otros formatos… ya sabes, se abrieron muchas posibilidades.
Quedaba mucho por mejorar para lograr materiales sintéticos que resolvieran las carencias de la madera natural.
Hoy existen diferentes opciones en el mercado, pero ninguna con las características de Millboard.